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Junto a la serigrafía, los vinilos son la forma de decoración más habitual en las mamparas para la ducha. Aunque no todos presentan las mismas características ni tienen el mismo periodo de vida útil, son un buen remedio para darle un toque personal a la mampara sin que ello suponga tener que hacer frente a un coste excesivo.
Pero, ¿qué hay que tener en cuenta a la hora de instalar un vinilo en una mampara de ducha? ¿Qué es necesario saber a la hora de limpiarlo? ¿Es cierto que se despegan cuando se aplican productos de limpieza sobre ellos? Te contamos todo lo que debes saber acerca de los vinilos para las mamparas de la ducha.
Consideraciones acerca de los vinilos para mamparas de ducha
Los vinilos que se emplean en las mamparas para la ducha suelen estar hechos en su mayoría de polímero, una sustancia compuesta por macromoléculas que presenta una gran capacidad de adherencia y que permite que se pegue al cristal de una manera uniforme, evitando la aparición de relieves y la formación de burbujas. Las capas de vinilos suelen tener un grosor aproximado de unas 70 micras, suficiente como para dar forma a una textura firme sin que el relieve sea demasiado obvio al tacto.
De media, un vinilo puede durar unos siete años sin presentar deficiencias en su diseño. Las partes más susceptibles de estas piezas son los bordes, que suelen ser las zonas que tienden a despegarse o a presentar pequeñas fisuras con el paso de los años. Lo mejor de todo es que para retirarlo no hay más que despegarlo de las zonas más débiles, pudiendo sustituirlo por otro en cualquier momento.
Aunque a la hora de comparar las piezas de vinilos para las mamparas de ducha con las mamparas serigrafiadas se suele decir que estas son mucho más resistentes que los vinilos, lo cierto es que estos no son en absoluto endebles. Lo que ocurre es que un vinilo es un complemento decorativo que puede ponerse y quitarse de la mampara, mientras que una mampara serigrafiada es una que ha pasado por un proceso de arenado a presión para provocar los relieves y las texturas que reflejan su superficie. Las serigrafías son permanentes, mientras que los vinilos no.
Esto, lejos de ser un inconveniente, presenta múltiples ventajas. Para empezar, es mucho más fácil cambiar de decoración una vez haya pasado el tiempo o se quiera simplemente dar un nuevo aire al cuarto de baño, y permiten dar un plus de intimidad como ocurre con las mamparas serigrafiadas, pero sin caer en el gasto que supone encargar una serigrafía.
Al beneficio económico de los vinilos y a la facilidad de sustitución se le añade el hecho de que, si están bien puestos, no requieren del uso de productos especiales a la hora de limpiar las mamparas de ducha. Basta con utilizar los productos convencionales sobre el vinilo para retirar la suciedad acumulada.
El vinilo no debería presentar síntomas de desgaste hasta que haya pasado casi una década desde su instalación, aunque es bastante probable que sea sustituido antes dado el reducido coste de los nuevos vinilos y lo sencillo que resulta retirar el antiguo y colocar uno nuevo.
Pasos para instalar un vinilo en una mampara de ducha correctamente
Los vinilos para mamparas de ducha son extremadamente fáciles de instalar y de mantener, pero hay que atender a una serie de cuestiones preliminares para garantizar que es debidamente colocado y que no presenta desperfectos una vez adherido que pongan en peligro su continuidad.
Retirar la suciedad de la superficie
Lo primero de todo es limpiar a conciencia la superficie sobre la que va a adherirse el vinilo. Cualquier resto de suciedad incrustada se quedará ahí para siempre si colocas el vinilo por encima, hasta que decidas retirarlo y limpiar nuevamente la mampara.
Tampoco es recomendable retirar el vinilo una vez ha comenzado a ser desplegado, puesto que puede generar arrugas e imperfecciones en la superficie que queden reflejadas para siempre.
Extender agua y jabón para una mayor adhesión
Otra cuestión importante es la pulverización del cristal. Es importante que no haya partes secas en la mampara para adherir el vinilo. Lo mejor es utilizar una solución de agua y jabón y extenderla con un paño limpio por toda la zona donde quieras pegar el vinilo.
Puedes utilizar varias herramientas para lograrlo, pero un pulverizador suele ser la mejor opción para extender de manera uniforme toda la disolución.
Coloca el vinilo en la posición adecuada
Tras haber mojado la superficie, es hora de presentar el vinilo en la mampara. Lo mejor es que vayas quitando el papel protector muy poco a poco para ir pegando la superficie al cristal de manera uniforme, sin arrugas ni imperfecciones que afeen después la apariencia final. Como la superficie estará mojada, mover el vinilo será más sencillo para ajustarlo a la zona donde quieres ubicarlo exactamente.
En caso de que estemos hablando de un vinilo tipo transfer, habrá que colocarlo de manera invertida para que se vea en la posición correcta. En estos casos se moja la superficie, se presenta el vinilo a la inversa y se va retirando el papel protector conforme se va adhiriendo.
Retira las burbujas
Por mucho cuidado que se tenga, es casi imposible que el vinilo se adhiera sin que se forme ni una sola pequeña burbuja de aire. Por eso, en el paso final de la instalación es importante recurrir a una espátula que logre alisar toda la superficie del vinilo y logre eliminar prácticamente del todo las burbujas de aire que se hayan podido formar.
De este modo, el vinilo quedará adherido a la perfección y apenas serán perceptibles las pequeñas imperfecciones que hayan quedado durante la instalación. A partir de este momento, solo la degradación que sufra el film año tras año podrá menguar la calidad de su decoración, pudiendo retirarlo y sustituirlo siempre que quieras.